Ahora, en este preciso momento, es cuando la frase «cualquier tiempo pasado fue mejor» tiene todo su sentido.
¿Y por qué lo digo? Pues cuando uno se refería a esa expresión, solía pensar en aquellas épocas de su vida que guardaba en su memoria con gran cariño.
Algunos recuerdan la etapa de la infancia, otros la juventud bella y despreocupada con falta de responsabilidad. Mis recuerdos felices son de todo un poco, porque si lo pienso, mi vida en general ha sido moderadamente feliz en todos los sentidos.
Puedo decir que he tenido suerte. Mi regalo fue tener unos magníficos padres, que me protegieron a veces exageradamente, y que me exigían lo que yo no les podía dar, o devolver por mi rebelde personalidad. Era popular entre mi grupo de amigos, lo pasaba bien y me gustaba ser arriesgada.
Tuve la fortuna de encontrar con 20 años al hombre de mi vida. Él me cambió por dentro y me hizo ser una mejor persona en todos los aspectos. Me procuro una vida fácil y llena de muestras de amor. Ahora llevamos juntos 40 años, de los cuales 36 llevamos casados y 4 estuvimos de novios, sin faltar ni un solo día de noviazgo a vernos.
Tuvimos una hija a la que queremos sin límites, y ella a nosotros igual. Aunque tiene evidente predilección por su padre, al que considera “ el mejor “.
Cualquier tiempo pasado fue mejor
Bueno pues después de analizar un poco mi vida, me doy cuenta de estar viviendo en estos momentos algo totalmente surrealista. Nada que ver con mi vida anterior. Fue como acostarte una noche en tu mundo, y despertar en otro totalmente transformado, asustado, desolado, inmerso en la enfermedad, y la muerte.
Siempre me consideré una persona fuerte y valiente, antes los problemas que te plantea en ocasiones la vida. Hoy me veo desprotegida de aquella coraza de arrogancia y rebeldía, porque simplemente no me sirven para nada. Ahora lo que toca es la sumisión, el desconcierto, y las dudas. Tienes una inseguridad, y una vulnerabilidad inmensas.
Todos los días me propongo ser positiva, pero cuando veo las noticias, se me viene todos los buenos propósitos abajo. Y vuelves día tras día a convencerte, que este horror sacará teniendo un fin, ¿pero cuándo?.
Así que he decidido quedarme en mi casa y con mi familia. Un mundo íntimo, y lo más perfecto posible. Hay días que soy disciplinada, y otros una anarca. Voy combinando lo lógico y lo incoherente, para no caer en la monotonía. Y en algunos momentos de soledad, que suelen ser cuando estoy en la ducha, me explayo y dejo correr en mi mente los recuerdos hermosos de mi vida.
Tengo ahora el de la Semana Santa, por lo cercano de la fecha. Me emociono y lloró, porque en mi casa somos amantes de esa semana única del año. Pero todo esto pasará y podremos recuperar el tiempo.
Un saludo, temporales.
Carmen Bandera, lectora del blog La Temporal.